lunes, 18 de marzo de 2013

HOY ME TOCA A MI...

HOY ME TOCA A MI...

Hola a todos. Yo, todos los viernes voy en metro al colegio.Tardo, por lo menos, cuarenta y cinco minutos.

Me encanta ir en metro. Siempre, juego a adivinar las vidas de las personas que hay a mis alrededores con solo mirar su aspecto: Si tiene barba, está casado. Si lleva poca barba, está recién casado o está a punto. Si no lleva, es soltero y probablemente estudiante. Si lleva traje, trabaja en un cargo importante y tiene detrás una familia numerosa a la que alimentar. Si lleva traje y lo lleva mal puesto (despeinado, el nudo mal hecho etc...) es que trabaja en una oficina con un jefe un tanto "capullo". Los que huelen a tabaco, son fumadores (evidentemente). Los que huelen mucho a tabaco son fumadores compulsivos o acaban de echarse un cigarro. Los fumadores compulsivos suelen llevar en los bolsillos, al menos, dos cajetas de tabaco (si te fijas se puede notar). Aunque estos, suelen ser los que llevan traje y van un poco desarreglados.

Luego están los hombres de origen extranjero. Estos suelen ir muy tranquilos, pues están viviendo en un país de lujo (para ellos). También están las mujeres extranjeras, suelen ir con un/a niño/a pequeña, en ocasiones es su hijo/a o es la niña/o que están cuidando y llevan al cole.

Me encanta cuando sube uno de estos niños. Están dando vueltas, preguntando todo tipo de cosas a sus protectores, incluso a veces preguntan cosas "aparentemente absurdas" a los desconocidos y cuando digo aparentemente absurdas quiero decir que son las preguntas más importantes que un ser humano necesita saber.

Podría continuar hasta aburriros (espero que todavía no lo estéis), pero os voy a contar lo que exactamente me pasó: Todos los días, o casi todos, está la persona que es feliz. Entra en el metro con una naturalidad increíble, jamás se sienta y siempre deja pasar a las mujeres. Todo esto lo hace, siempre, con una sonrisa, pero no con cualquier sonrisa, lo hace con una verdadera sonrisa.Este viernes no la encontraba, ya había analizado al menos a 7 personas y no veía ni rastro. Estaba el fumador compulsivo, el que lleva un traje desarreglado..... Todo eran caras largas.

Llegamos a la siguiente parada. Estaba en tensión. A ver si por fin entra. Tenía que aparecer ya. Había pasado una semana sin verle y me apetecía mucho ver como el tren se iluminaba a su paso. Fue pasando gente, y más gente: Entró otro extranjero, un estudiante dormido, un pobre malhumorado, etc. Ni rastro del gran hombre.

Me decepcioné un montón.

¡No podía ser que hoy no apareciese!

El metro continuó su trayecto. Miré hacia fuera, estaba oscuro, entonces vi mi reflejo y comprendí todo. ¡Hoy tenía que ser yo ese gran hombre! Automáticamente se me dibujó una sonrisa en la cara. Me levanté y cedí el asiento a la persona que había enfrente de mí.

Hay momentos en los que nadie puede tirar de ti para arriba, en ese momento te toca a ti.

Juan S.

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