sábado, 23 de febrero de 2013

(título desconocido)

(título desconocido)

Capítulo XXVIII:

El Principito por fin llegó a su planeta y lo primero que hizo fue ir a ver a su flor. Seguía ahí. Estuvo un rato hablando con ella, sin dejar de llorar: echaba de menos la Tierra... y sobre todo a su nuevo amigo. Así que decidió hacer una visita al planeta donde vivía la persona más sabia y buena de todas: el Papa.

Al llegar, el Principito se sorprendió. Había una persona  de unos 86 años de rodillas. Entonces le preguntó:

- ¿Qué haces?

- Rezar

- ¿Y por qué rezas?

- Para hablar con Dios.- Respondió el Papa entre señas de debilidad.

- ¿Y qué le dices?

- Le doy gracias por estos 8 años, y le pido que el que me suceda lo haga mejor que yo.

-  Pero... si tú eres la mejor persona de todas... ¿por qué te tienen que suceder?

Mientras se levantaba y cogía su bastón le dijo: - Porque hay veces en esta vida, querido Principito, donde el cuerpo ya no te permite hacer lo que mejor se te daba antes. Entonces es el momento de que otra persona, que por su salud está mejor que tú, te reemplace y así el resto de personas puedan seguir disfrutando de lo que dice.

- Entonces, ¿lo haces por el bien de los demás?

- En efecto Principito.

Cuando vio que ya había aprendido suficiente de él, y se disponía a marcharse, el Papa le llamó y le dijo:

- Me ha dicho Dios que tienes una flor muy bonita...

- Sí, es una rosa - Respondió el Principito

- Pues cuídala muy bien, porque quien tiene un amigo, tiene un tesoro.

Comprendió entonces, porque era el Papa una persona tan sabia. Solo en una persona así cabría tanta bondad. Había sido la única persona que había visitado que vivía solo para que los demás aprendiesen, sin esperar nada a cambio de ellos.

Carlos M - E



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