domingo, 10 de febrero de 2013

Una noche de altos vuelos

Una noche de altos vuelos:

Volvía yo de una cena familiar con mi hermana Leti en el coche de mis tíos. Estos últimos tenían prisa porque iban a perder un vuelo (de vuelos iba a ir la noche). Como consecuencia decidieron dejarnos en el Paseo de la Habana, que se encuentra a escasas dos manzanas de mi casa. Este lugar es frecuentado por jóvenes de nuestra edad los viernes por la noche, es decir, esa noche estaba hasta arriba de gente.

Una vez allí, mi hermana me pidió que la acompañase a un bar cercano en el que se encontraban unas amigas suyas. Empezamos a andar y llegamos a un parque. Ahí me encontré a una amiga que hacía mucho tiempo que no veía y con la que me quedé hablando un rato.Y yo no sé si se debió a la sorpresa que me llevé al ver lo que había cambiado ella o a mi "empanamiento" permanente (empanamiento que me resultará letal más adelante en la historia), pero mis sentidos no estaban ni mucho menos activos ya que no captaron los gritos despectivos que salieron desde el interior del parque dirigidos a mi persona.

Terminada la conversación proseguimos nuestro camino rodeando el parque. Sin embargo, mi hermana se paró en seco y dijo que ya no le apetecía ir con sus amigas (decisión que marcó la noche). Acto seguido dimos marcha atrás y llegamos a un semáforo que se encontraba en rojo. Al lado mío se encontraba mi hermana y un chaval de mi edad. Fue en ese momento en el que los gritos desde el parque continuaron y se hicieron cada vez más fuertes. Llamaban a alguien y le pedían que fuera, no obstante, yo seguía sumido en mi "empanamiento" y no salí de él hasta que vi que el chaval que tenía al lado ponía pies en polvorosa. En ese momento, miré hacia atrás y vi venir hacia mí a tres "jóvenes extremistas". Ya los tenía encima y era demasiado tarde para planear ninguna fuga. Me pidieron que fuera con ellos al interior del parque para que les sacara una foto. Pero yo, alegando que me estaban esperando, hice ademán de reunirme con mi hermana, que ya había cruzado. Mis intentos de fuga fueron en vano ya que me cogieron de la cabeza y me llevaron al parque. Nada más entrar vi que no eran tres sino que eran quince.

Llegados a este punto empecé a pensar por qué me había sucedido esto a mí. Y me di cuenta de que el problema residía en mi apariencia, es decir, que no presento ninguna característica propia de una persona mayor: no soy alto, ni fuerte, ni tengo cara de mala leche (aunque siempre me quedarán las entradas).

Volviendo a la historia, éstos me pidieron que les sacara una foto con mi móvil y luego se lo entregara para poder irme, pero finalmente me dieron el suyo y amenazaron con rajarme la cara si no salían bien. Saqué entre 10 y 20 fotos, por fotos que no falte, y les devolví el móvil con intención de marcharme. Sin embargo, me agarraron entre cuatro, y como me vieron pequeñito e indefenso, decidieron mantearme. En este instante, fue cuando mi hermana que había estado expectante hasta el momento se armó de valor y dirigiéndose a uno de ellos, le tocó en la espalda e hizo la intervención clave de la noche al decirle: "perdón, vamos mal de tiempo ¿se puede venir ya?".

Mientras tanto, yo estaba volando muerto de miedo, confiando en que eso se acabara pronto. Y el final no tardó en llegar, me lanzaron con todas sus fuerzas hacia arriba y se apartaron dejándome a mi solo ante la ley de la gravedad. Me pegué un tortazo impresionante pero me levanté antes de que reaccionaran y me cruce rápidamente de acera poniendo cara de poker, como cuando te comes un escalón en la calle y dices: aquí no ha pasado nada.

Por último, quiero destacar la veracidad de la frase del escritor John Maxwell que esa noche marcó mi porvenir:
"Crecer es una decisión que puede hacer realmente la diferencia". John Maxwell

PD: esta entrada va dedicada a Javier López, Pablo Fernández y Álvaro Guitian por darme la idea de transformar la historia en entrada. Y como no, a mi valiente hermana Leti, a la cual debo mi vida tras su estelar intervención en los acontecimientos narrados.

Gonzalo Pr.

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